martes, 2 de marzo de 2010

2 de Marzo

Recuerdo que en mi convulsa adolescencia, de semi bala perdida enderezada a tiempo, creía sin lugar a duda que en cualquier momento podía dejar los estudios y dedicarme a las obras. Pensaba que era un trabajo duro pero jamás se me ocurrió que no fuera rentable, es más, estaba completamente seguro de que con él se alcanzaba un nivel de vida más que aceptable. Seguí estudiando tan solo por la exigencias de mi madre, los valores de mi entorno y cierta predisposición a valorar el conocimiento. Pero la posibilidad de dejarlo todo por el ladrillo siempre estaba ahí.

No se si ese pensamiento acompañó a toda mi generación, pero las estadísticas indican que a buena parte al menos si. La burbuja inmobiliaria prometió a más de un millón de trabajadores que podían vivir de ella eternamente y ahora estamos como estamos, que hasta cansa teclear por un tema del que se ha hablado tanto.

¿Y qué hacemos con ellos ahora?

La última idea del gobierno es mover esa industria recalentada hacia sectores más productivos y con más futuro, pero que a la vez no impliquen una formación laboral que los parados ya no pueden permitirse, como pueden ser la rehabilitación de viviendas o el desarrollo de las infraestructuras de las tecnologías de la información (a España le vendría muy bien a más de un operario instalando la banda ancha). Estás medidas irían acompañadas por una continuación de la apuesta por las energías renovables, el impulso del coche eléctrico y la reducción sea como sea del déficit público.

El problema es que por ahora es solo eso, una idea, que a día de hoy se presentan una sucesión de planes prácticamente idénticos entre si pero no se termina de concretar desde donde va a venir el tijeretazo para sacar fondos, y que todo el planteamiento padece de bases bastante discutibles (como la obsesión de generar empleo lo más rápidamente posible, continuando lo de “pan para hoy, hambre para mañana”).

Pan para hoy, hambre mañana. Curiosa frase, más cerca del verdadero eslogan de nuestra casta política que de refrán.

1 comentario:

  1. "-Majestad el pueblo se muere de hambre, no tienen pan.
    -Pues que coman tortas."

    Tienen que rodar cabezas.

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"La sorpresa es un factor importante en los regalos."