lunes, 23 de junio de 2008

Descanso.

Ligeramente enfermo, toco la armónica suavemente disfrutando del bello arte de eludir las preocupaciones. Dentro de quince minutos iré a cenar con mi padre, con la esperanza de encontrar una buena bandeja de queso como buen recibimiento, que las dietas están para saltarlas. Porque si, estoy a dieta, y si, he bajado 3,5 Kg.

Hace por lo menos una semana que no toco un periódico. Por lo que me quede a medias en el desarrollo del conflicto interno del PP y apenas me entere de la crisis del transporte y del petróleo, además de reducir seriamente los posibles aportes en este blog. Blog mal cuidado por cierto, pues los días sin post alcanzan una cifra vergonzosa.

No obstante, es la época. ¡Estamos en verano señores! Que los felices capitalistas que nos controlan aprovechen para manipularnos, que ni nos vamos a enterar. Porque es época de descanso, ya sabéis, el estado de bienestar y todo eso. Y tampoco digo que se nos este permitido dejar de preocuparnos y de pensar del todo.

Pero, sinceramente, con un futuro bastante incierto, y sabiendo perfectamente que la única forma de vida que podré cambiar en la historia será la mía, he de permitirme aprovechar las ventajas de haber nacido (pura suerte, ya ves…) en el sitio adecuado. Hace calor en mi tierra y el verano es un domingo continuo. Así que he de avisar que pienso disfrutarlo en cada uno de sus deliciosos y lentos segundos. Y que si he de reflexionar, reflexionare cuando me haya cansado de descansar. Y no al revés, como me obligo hacer el resto del año.

No obstante, continuare estudiando ingles, y seguiré comprando el periódico de vez en cuando. Pero, hacerme caso, en esta época es mucho mejor para el espíritu pensar en los futuros viajes (¡el jueves marcho a Madrid!) o en las esperanzas de que España gane la liga; a preocuparse por la recesión económica que estamos viviendo o otras mil “tonterías” mas.

Resumiendo que se hace tarde, toca ser feliz al sol. Las preocupaciones las dejamos para cuando haga un poco mas de fresco.

Y que vamos, que ahora mismo me preocupa mas terminar la canción de blues e irme a comer que ajustar el escrito a sus quinientas palabras. Por lo que, con un cariño abrazo, me despido de vosotros.

Hasta el Miércoles, o el jueves… o quien sabe.

viernes, 20 de junio de 2008

Solo palabras. Solo personas.

Feminidad. Mascunilidad. Comportarte como un gran macho. Tener Hombría. Moverte de forma femenina. Ser: Rudo. Coqueta. Dulce. Duro. Mujer. Hombre. Heterosexual. Homosexual. Zorra. Puta. Cerdo. Machista. Hembrista. Feminista.

… Palabras.

Mi gran problema es que me agobian las palabras, me agobia no poder darles una forma fiel y definida en mi cabeza. Si me concentro en una, basta con que tenga un matiz ligeramente abstracto, para que, en un par de minutos, pueda notar como su significado se difumina. Se pierde. Como si las letras que la forman no fuesen capaces de definir, de definir de verdad, lo que se supone que la palabra debe decir.

Hoy, Bujum (http://pato-entropico.blogspot.com/) me ha hecho avergonzarme. Hecho bastante raro en mí, pues para eso conservo todavía el ímpetu irreflexivo de mi amada juventud.

Me asusta, al leer su post, ser la persona que la llamo “poco femenina”. Y no porque se haya ofendido, pues quien me conoce sabe que peores, y mucho más ácidas, estupideces salen de mi boca cuando intento ser hirientemente gracioso. Y quien me conoce sabe que jamás las pienso como verdaderas.

Lo que me asusta, es pronunciar el adjetivo femenino sin saber que significa. Pues he de admitir que no lo se, ni creo que pueda saberlo nunca. ¿Pues qué demonios significa tan endiablada palabra? Se me antoja tremendamente vacía. Solo una palabra que no dice nada. Un conjunto de caracteres que esperan que sean las propias personas los que les llenen de significado, pues ellos intrínsecamente no tienen nada que aportar.

¿Que se supone que es ser Coqueto? ¿Como se diferencia a un Heterosexual de un Homosexual? ¿Qué hay que hacer exactamente para ser viril? Madre mía, que difícil se me hace todo cuando me topo con adjetivos que corresponden a una diferenciación en los sexos.

No puedo con ello. Desisto. No puedo mirar a una persona y ver su sexo, no puedo dejar de verla como una persona. A lo sumo solo soy capaz de admitir las formas físicas, cuerpo de hombre y cuerpo de mujer (y hasta en esto tengo mis dudas… ¿Como se supone que son los labios de una mujer? ¿Y los de un hombre?)

Me extraña pensar que la gente no es igual que yo. La empatía me abandona cuando hablo sobre “mujeres” “machos” “feministas” “maricones” o mil gilipolleces varias. Son solo bromas, de eso estoy completamente seguro pues escojo a mis amistades y no tolero muy bien ningún pensamiento discriminatorio en ese sentido. Pero no obstante, me asusta pensar que puedo estar rodeado de personas que no son capaces de ver personas, si no pollas y coños. Me asusta porque no se detectarlo. Porque sencillamente en mi cabeza no entra la idea de que alguien pueda ser así.

Y la idea de que alguien se haya sentido mujer hablando conmigo, de que me haya sentido como hombre, me llena de miedo.

Me llamo Oboe, soy una persona, y solo hablo con personas. Así que, Bujum, con estas 500 palabras, te pido perdón.

miércoles, 11 de junio de 2008

The Rocky Horror Picture Show

Cuatro reglas básicas, de esas que hay que saber antes de entrar. Sencillas.

1.Deja a tu sobrino de 6 años y a tu abuela de 85 en casa.
2.A los que nunca han asistido al show se les llama vírgenes.
3.Deja la pose, tu papel social y tus prejuicios en la entrada, y atrévete.
4.Si te sientes raro, habrá siempre alguien más raro que tú a tu lado y recuerda… no sueñes con ser, sé.

Nada que objetar. Quizás me quejaría si tuviese 85 años, pero como no es el caso, no lo hago. Reglas dignas de estar en la entrada de todos los espectáculos.

Estas entrando en “The Rocky Horror Picture Show”. Espectáculo en film solo acto para gente un poco más original que los demás. Que diría friki, pero vaya desgracia habéis hecho con ese termino (que yo no ¿eh? Que yo soy de los últimos de la vieja escuela. Sin ego ni nada). Prepárate para sonreír, gritar, silbar, bailar (para el resto de tu vida, ese baile no se puede olvidar), reír y hacer cosas, que si no estas acostumbrado, te harán despertarte sonriendo, chocándote la frente y pensando un “vaya friki estoy hecho, dios mío”.

He de admitir que el rollo participativo me pillo por sorpresa. Y tarde en adaptarme al tema unos diez minutos ¡que demasiado fue! Pero para sorpresa de mis acompañantes cuando llegó la pistola de agua (una tormenta en una película ya nunca será lo mismo sin una pistola cargada de agua y mala leche) ya estaba bastante metido en la situación. Que uno era virgen (no como mis amistades, que cometieron la desfachatez de ver la película primero en sus casas) pero no tonto. Pero vamos, que tampoco era muy difícil meterse en el ambiente.

Y apartir de ahí, solo es recordar una sucesión de minutos fantásticos junto a guantes de goma, pan tostado, bolsas de confeti, un sombrero de cumpleaños que me puse demasiado pronto, cascabeles y una sucesión de cartas lanzadas al aire. Y el baile, oh, el baile. Ese gran baile. Nunca un movimiento pélvico pudo llegar a ser tan divertido.

Y es que la vida es mucho más placentera cuando te atreves con espectáculos y vivencias que se salen un poco de lo normal. Que ya sabéis amigos, las cervezas y el bar siempre están ahí. Y los grupos de rock vuelven todos los años. Por no hablar de los policías para joderte el botellón. Pero cosas como esta pasan pocas veces. Así que hay que aprovecharlas. No vaya a ser que nos muramos con la sensación de haber vivido la vida sin experiencias que nos diferencias un poco de los demás.

Y para terminar, debido a que más que un artículo esto ha sido una sucesión de halagos hacia un espectáculo, he de imponer una regla más. Porque, previniendo que os habéis interesado por lo narrado, tendré que decir que:

5.Está totalmente prohibido “disfrutar” del espectáculo en tu casa, solo y sin los exigidos objetos de la obra.

lunes, 2 de junio de 2008

Domingos.

Ser feliz entre semana no es lo mismo que ser feliz en domingo. Los domingos siempre, ahora quizás más, se me antojan especiales. Y es que en ellos flota una sensación lírica. Como si la felicidad brotase de ti y pasase al mundo real. Pues cuando es domingo, la felicidad se siente de veras.

Se impregna en el aire. Se queda, como sutil aroma, en la piel de las personas, en su ropa, entre las sabanas de donde duermen, en todo. Hueles esa felicidad tan solo acercándote un poco al lugar donde se origino. Y con un poco de suerte, estando a lunes, todavía puedes disfrutar el aroma de las personas que fueron especialmente felices el día anterior. Pues el olor a felicidad no les abandona fácilmente. Dichosos ellos.

Pero la felicidad también se siente. Se siente en cada caricia, en cada beso, en cada juguetear de los dedos en el pelo del amante, en el abrazo de las sabanas. La felicidad del domingo permanece en la punta de cada uno de los dedos, esperando ansiosa, a ser trasmitida, tras un mimo, a otra persona. Y esa caricia, esa marca de felicidad que bien podría ser de pintura fresca tal y como la sientes, se queda contigo hasta por lo menos el martes. Dichosa es la persona que juega con la marca que le dejo la persona a la que amaba, cuando con sus dedos, jugaba entre su piel.

Resumo, durante el domingo la felicidad se expande a través de tus sentidos. Si bien yo lo siento en el aire y en el tacto. Seguro que más de uno podrá afirmar sentirla en el sabor o en la mirada.

Y ya que hemos llegado a que el domingo es un bueno momento para ser feliz. He pensando que ninguno de nosotros debería desaprovecharlo. Así que ya sabéis, nada de locos planes con alcohol, o de sexo demasiado intenso (suave, el domingo es para hacerlo suave. Muy suave). Ni siquiera puedes agobiarte por un examen importante o un trabajo extenso y sin hacer. Te esperas a que sea lunes y tiras de café.

Los domingos están para disfrutar tranquilamente; para arañar los segundos al tiempo y hacer que todo se desarrolle con calma. Para ver una película, quizás dos, y hacerlo tapado con una manta. Para leer un libro. Para escribir iluminado por la luz del flexo (toda luz artificial, salvo esa esta, está prohibida) Y si te apetece moverte, son un buen día para pasear, disfrutando de la brisa, por las cercanías de tu barrio para terminar en un restaurante sencillo.

Puedes hacer mil cosas más. Pues la única regla es que no se contradiga el espíritu del día mas tranquilo de la semana.