miércoles, 18 de noviembre de 2009

Populismo, demagogia y demás cosas del querer: Existe la verdad; y la “verdad”.

Me encontraba el otro día escuchando un programa de Intereconomía, que al parecer no es un señor gordo y pretencioso que se mete con el Intermedio sino entre otras cosas un canal de radio, cuando llegue a la conclusión de lo rematadamente fácil que tiene que ser producir resentimiento para los periodistas expertos. No es que sea un gran notición, entra más bien en la categoría de pequeñas verdades no muy reflexionadas, pero el hecho me golpeó con suficiente fuerza como para venir a contarlo aquí.

El caso es que una serie de señores o señoras, miembros y miembras, se encontraban debatiendo y expresando sus muy formadas opiniones sobre los sucesos políticos acontecidos en el día. Y apareció la noticia de que el parlamento vasco había tomado la resolución de permitir que la vuelta ciclista española y los partidos de futbol de España se jugasen en Euskadi. Gesto que por cierto no tiene mucho de efectivo si los propios estadios no emiten el deseo a la federación o si no se considera viable el paso ciclista por un posible atentado. Y allí que analizaron el hecho.

Explicaron, con correctas y buenas palabras, que el Partido Nacionalista Vasco no tiene vergüenza alguna por negarse a votar a favor ya que la semana pasada ellos habían exigido que el ejercito español protegiese a los atuneros de Euskadi. Que caraduras que eran, los muy fariseos negaban el derecho a los españoles a pasar por sus tierras pero a la vez intentan ordeñarles para que sean ellos los que protejan lo que ellos denominan “sus buques”. Y ahí que terminaban con esa reflexión, que tenía bastante de cierta y contenía una lógica aceptable.

¿Cual era el problema entonces? ¡Pues que habían conseguido saltarse la parte en la que el parlamento vasco demanda que esos deportes nacionales se jueguen en el País Vasco! Y así, el oyente incauto se lleva una buena ración de resentimiento de una noticia que desde otro prisma le podría a ver arrancado alguna sonrisa. Pasando de “mierda de etarras” a un “por fin nos quieren dentro”.

Y así vamos con nuestras dos Españas, que mentir no me mienten, pero resentirme me resienten un cojón.

domingo, 8 de noviembre de 2009

It

Acabo de terminar 1500 páginas de novela de terror. Estimo que más o menos lo habré hecho a un ritmo de cien páginas por día, que el final haya sido tan bueno hace que merezca la pena.

La novela en cuestión era It, de Stephen King y ha sido con la que me he estrenado en este genero. Lo primero que se me ocurre decir es que no he pasado miedo en ningún momento, quizás cierta inquietud por varios conceptos, aunque si he experimentado una terrible preocupación por los personajes. Había veces que no podía para de leer y irme a la cama sin más, era como dejar al chico solo ante lo que le perseguía por entre los arboles, solo ante la oscuridad, así que casi forzadamente tenía que pasar página tras página hasta que la victima volvía a algún espacio seguro de la ciudad (o no volvía).

A primera vista el monstruo, eso, it, algo, parte de un concepto que parece fácil de derrotar, pero que no lo es. It es algo que tu temes y la única manera de derrotarlo es superar ese miedo. Parece fácil ¿no? Es sencillo, si ves un vampiro con hojas de afeitar como dientes solo tienes que hacerle frente y clavarle una estaca metafórica. Es el acto de hacerle frente lo que acaba con él. Así que sabes que solo te basta con creer que puedes hacerlo para matarlo, y creer debe ser sencillo cuando sabes que puedes hacerlo.

Pero no lo es; y en la realidad tampoco lo sería. Porque nuestra mente no funciona así. Da igual que sepamos que podemos hacerlo, da igual que lo hayamos hecho ya. El pensamiento que te corroe por dentro sin que puedes evitarlo es que puedes fallar y eso tendrá consecuencias. Sabes que puede resultar mal y que pensar sobre eso no mejora las cosas. En la vida real sufres un gatillazo, te caes de la moto, suspendes un examen... Con It la gente flota, porque allí abajo todos flotamos.