miércoles, 16 de abril de 2008

Bendita escuela.

Me aburre la escuela. Me desespera. Segundo de bachillerato parece el curso ideado para que las universidades no se llenen demasiado. Es un curso opresivo, donde todo se rige por lo que entra en selectividad y la necesidad de aprobar se impone a la de estudiar, y lo que es peor, a la de aprender.

Ni se aprende ni se piensa. Y tampoco vamos predispuestos a ello. Quizás pertenezco a la peor de las generaciones en el ámbito del estudio. Nos lo han puesto todo más fácil pero no nos han motivado lo suficiente para que esto nos importe, nosotros tampoco hemos sabido motivarnos, así que reclamamos más facilidades todavía para pasar del bachillerato a la universidad y de esta a un trabajo. Y con un poco de suerte, hacerlo todo sin aprender nada que no sea específicamente necesario para nuestra profesión. Y de leer un libro o ir al museo ni hablemos.

Y con esta perspectiva la nueva sociedad esta condenada a no llevarse bien.

No por las clases con mesas rotas y pintarrajeadas, con las paredes sucias a juego con el suelo. No porque el adelanto mas puntero que exista sea la tiza. Ni porque en invierno pasemos frío y en verano mucho, mucho calor. No porque los contenidos sean aburridos y cuadriculados. Ya no es porque de los profesores parezca que han nacido quemados y que el único motivo por el que nos aprueban es para no volver a vernos al año siguiente. Cruel destino el del profesor, por cierto, encerrado en una clase, despidiendo con alegría a un alumnado malo para darse cuenta del que viene siempre es peor.

Lo que condena a esta sociedad son las mismas personas que se educan en ella. Decenas de jóvenes ya embrutecidos por un sistema educativo que no incentiva ni el conocimiento ni el ansia de él; que no comprenden los placeres del teatro, el buen cine, ni de la cultura en general. Que se mueven con el alcohol como gasolina y la felicidad de una discoteca abarrotada y llena de humo como meta. Y que piensan que la palabra “solidaridad” es una marca de gominolas.

Y ayer, cuando vi que en medio de la clase un chico le tiraba a un bolígrafo a la cara a una chica. Y esta le gritaba textualmente “como me vuelvas a tirar algo voy y te parto la cara” Para que después media clase empezase a hacer eso del “uuuuuu…”. Y en medio de la clase, cuando la profesora les dijo que se fueran, la primera vez contestaron “no profesora”, la segunda vez “no por favor profesora” y la tercera hicieron como que recogían para que, a la cuarta vez, fingieran no escucharla. Y cuando observe la cara de esa profesora que tuvo que insistir por quinta vez para que se fueran. Esa profesora que perdió 10 minutos de su clase y la atención completa de sus alumnos. Entendí porque debe estar prohibida la posesión de recortadas entre los maestros de escuela.

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