viernes, 7 de mayo de 2010

7 de Mayo.

Hace un par de días el Ibex 35 (los 35 valores más altos de la bolsa española) se estrelló superando todas las barreras psicológicas posibles. Dicha caída, un verdadero trastazo, se originó con un rumor sobre la posibilidad de que las cuentas públicas de nuestro país fueran semejantes a las griegas (con la consecuente necesidad de pedir un rescate económico) lo cual provocó una ola de pánico entre los inversores, acobardados por cualquier cosa que les recuerde a la palabra inestabilidad.

El rumor se mostró infundado, como se prestaron rápidamente a aclarar los dirigentes políticos, y como informan nuestros medios desde entonces. La verdad es que siempre me he puesto reparos a escribir sobre la crisis de manera negativa, considerando que carezco de visión histórica y que no hay fiarse de las impresiones que se reciben desde fuera (si los periodos de bonanza no son tan buenos como dicen, tampoco lo serán las épocas de tormenta). Y si, España no es Grecia, pero igual me da.

La situación de nuestra economía es penosa, en nuestro último trimestre ha caído un 3,1% el producto interior bruto, un 1,1% la venta minorista, un 1,9% la producción industrial y el paro ya ha alcanzado la aterradora cifra del 20%.

Y publica El Economista que dentro de nuestra cifra de parados un 36% de ésta ya es de larga duración, que con una regla de tres nos da una cifra de parados con más de un año sin trabajo (siendo estos los que más difícil lo tienen para recolocarse en el mercado laboral) de un 7,2%.

Alemania ha reducido su porcentaje a un 7%.

España no es Grecia, pero lo va a ser. Eso seguro.

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