lunes, 4 de mayo de 2009

Siete razones por las que este siglo te hace infeliz.

[ No es mío y no tiene 500 palabras. Pero es util Encontrado enhttp://universodedolor.com/2009/03/7-razones-por-las-que-el-siglo/#more-148]


#1. No tenemos suficientes desconocidos molestos en nuestras vidas


No es sarcasmo. La gente molesta es algo contra lo que uno va construyendo tolerancia, como el alcohol o los malos olores. Cuanto más podemos apartar las molestias de nuestra vida, peor sabemos manejarla.

El problema es que hemos construido una increíble y amplia red de tecnología diseñada puramente para permitirnos evitar a la gente molesta. Haz todas tus compras navideñas online y evita a la señora gorda que te atropella con su carro en el Target. Gástate 5.000 dólares en un sistema Home Theater para poder ver pelis en pantalla grande sin un niñato dándole patadas a tu asiento. Maldita sea, alquila los dvds en Netflix y ni siquiera tienes que pasarte los 30 segundos con el chico torpe que trabaja en la caja del Blockbuster.

¿Atrapado en la sala de espera de la consulta del médico? Ni de coña vamos a entablar conversación con el viejo que huele raro que se sienta al lado. Nos ponemos los cascos del iPod y tenemos una conversación por sms con un amigo, o jugamos a la DS. Filtramos las molestias fuera de nuestro mundo.

Y eso sería genial si fuera realmente posible mantener toda la mierda irritante fuera de tu vida. Pero no, no lo es. Nunca lo será. Mientras tengas necesidades, tendrás que tratar con gente que no soportas de vez en cuando. Estamos perdiendo esa habilidad, la que nos permite tratar con desconocidos y tolerar sus voces de pito y sus sentidos del humor estúpidos y sus horribles zapatos. De modo que los pocos encuentros que tienes con el mundo exterior, el que no puedes controlar, te hacen desear gritar mientras le pegas a todo el mundo puñetazos en salva sea la parte.

#2. Tampoco tenemos suficientes amigos molestos


Muchos de nosotros nacimos en pueblos llenos de gente que no podíamos soportar. De niño, tal vez estabas en una clase de primaria con dos docenas de niños a los que no elegiste y que no compartían ninguno de tus gustos o aficiones. Quizá te pegaban con frecuencia.

Pero has crecido. Y si eres, digamos, fan de Dragonforce, puedes ir a su foro y conocer a una docena de personas como tu. O aun mejor, hacer una sala privada con tu gente favorita y dejar fuera a todos los demás. Dile adios al tedioso, incómodo y doloroso proceso de tratar con alguien que es realmente diferente. Esa es una desventaja del Viejo Mundo, como lavar la ropa en el río o esperar a que un mapache pase por al lado de la cabaña para que puedas limpiarte el culo con él.

El problema está en que tratar pacíficamente con gente incompatible es crucial para vivir en sociedad. De hecho, si piensas en ello, tratar pacíficamente con gente a la que no soportas es la sociedad. Gente con gustos opuestos y personalidades enfrentadas compartiendo espacio y cooperando, generalmente apretando los dientes.

Hace cincuenta años, tenías que sentarte en una sala llena de gente para ver una peli. No podías elegir; o hacías eso o te perdías la peli. Cuando comprabas un coche nuevo, todos los vecinos de la manzana bajaban a tu jardín a echarle un vistazo. Puedes apostar a que algunas de esas personas eran gilipollas.

Y sin embargo, en general, la gente entonces era aparentemente más feliz en su trabajo y estaba más satisfecha con su vida. Y al loro; tenían más amigos.

Si. Aunque no tenían casi ninguna capacidad de filtrar a sus allegados de acuerdo con sus intereses comunes (normalmente eras sencillamente amigo del tipo que vivía en la puerta de al lado), acababan teniendo más amigos íntimos en los que podían confiar de los que tenemos ahora.

Aparentemente, resulta que una vez superada la irritación inicial, cuando has superado la barrera de superioridad de “escuchan música diferente porque no entenderían la mía”, hay una especie de comodidad en necesitar a otra gente y ser necesitado a un nivel por encima de los intereses comunes. Resulta que los seres humanos son sociales después de todo. Y la habilidad de sufrir a los idiotas, de tolerar molestias, es literalmente la única cosa que te permite funcionar en un mundo poblado por gente que no son tu. De otro modo, te vuelves emo. La ciencia lo ha demostrado.

#3. Los sms son una forma mierdosa de comunicarse


Tengo un amigo que usa la expresión “No, gracias” de manera sarcástica. Quiere decir “prefiero que me disparen en la cara”, Pone un pequeño tono irónico en el gracias que se entiende muy bien. Le preguntas, “¿quieres ir a ver esa nueva peli de Rob Schneider?”. Y te dice, “no, gracias“.

Un día tuvimos esta conversación por sms.

Yo: “Eh, ¿quieres que lleve unas sobras del chili que he hecho?”

El: “No, gracias”

Eso me jodió. Estoy orgulloso de mi chili. Tardo cuatro días en hacerlo. Pico los pimientos resecos yo mismo. La carne es ternera de las caras. ¿Y ahora, mi oferta de darle un poco es rechazada con su estúpida muletilla?

No le hablé en seis meses. Me mandó una carta, y se la devolví, sin leerla, con una rata muerta en un paquete.

Fue mi mujer la que finalmente se lo encontró y se dio cuenta de que el “no, gracias” que me respondió no pretendía ser sarcástico, sino literal. “No, pero gracias por ofrecerlo”. Al final resultó que no tenía sitio en el frigorífico.

Así que ¿necesitamos que venga un estudio a decirnos que más del 40 por ciento de lo que dices en emails es malinterpretado? Bueno, lo han hecho de todas formas.

¿Con cuántos de tus amigos has hablado exclusivamente online? Si el 40% de tu personalidad se ha perdido al pasarla a texto, ¿de verdad te conoce esta gente? La gente a la que no le gustas por mensajes, emails o en foros, ¿es realmente porque sois incompatibles? ¿O es por ese 40% de malentendidos? ¿Y qué pasa con aquellos a los que les gustas?

Muchos de nosotros intentamos compensar esa diferencia en números, amontonando seis docenas de amigos en MySpace. Pero he aquí el problema…


#4. La compañía virtual sólo hace que estemos más solos.


Cuando alguien te habla cara a cara, ¿qué porcentaje del mensaje está realmente en las palabras y no en el lenguaje corporal o el tono de la voz? Adivina.

Es el 7 por ciento. El 93 por ciento restante es no verbal, de acuerdo a los estudios. No, no sé cómo llegaron a ese número exacto. Tienen una máquina, o algo de eso. Pero tampoco nos hacía falta. Es decir, venga ya. La mayor parte de nuestro humor es sarcasmo, y el sarcasmo es un desequilibrio entre las palabras y el tono. Como el “no, gracias” de mi amigo.

No esperas a que una chica te diga verbalmente que le gustas. Está en el brillo de sus ojos, su postura, la forma en que te agarra del pelo y mete tu cara entre sus tetas.

Ese es el quid de la cuestión. La habilidad humana de absorber la actitud de otros a traves de esa osmosis inconsciente es crucial. Los niños que nacen sin ello se consideran mentalmente incapacitados. La gente que tiene mucho se llama “carismática”, y se convierte en estrellas de cine o políticos. No es lo que dicen; es la energía que lanzan lo que nos hace sentir bien con nosotros mismos.

Viviendo en el Mundo del Texto, todo eso desaparece. Hay un extraño efecto secundario, además; sin indicación alguna del humor actual de la persona que nos habla, cada línea que leemos se filtra a través de nuestro humor actual. La razón por la que leí el mensaje de mi amigo y el chili como sarcástico es porque yo estaba irritable aquel día. En ese estado, deseaba que alguien me ofendiera.

Y lo que es peor, si me comunico suficiente de esta manera, mi humor nunca mejora. ¡Después de todo, la gente sigue diciendo cosas chungas de mí! ¡Por supuesto que estoy deprimido! ¡Soy yo contra todos!

No, lo que pasa es que necesito que alguien me agarre de los hombros y me de un meneo y me saque de esto. Lo que nos lleva al número 5.

#5. No nos critican suficiente


Lo que más apesta de no tener amigos íntimos no es las fiestas de cumpleaños perdidas o las tristísimas partidas de ping pong contra el muro. No, lo que más apesta es la falta de verdaderas críticas.

En mis tiempos online me han llamado “marica” aproximadamente 104.165 veces. Tengo una hoja de cálculo. También me han llamado “gilipollas” y “ansiapollas” y “gilichorras” y “caracoño” y “comemierda” y “tontopollas” y “cestanabos” y “pestepedos” y “aburrido”.

Y ninguna importaba, porque ninguna de esas personas me conocían lo bastante como para tocarme la fibra sensible. Me han insultado mucho, pero me han criticado muy poco. Y nunca las confundas. Un insulto es alguien que te odia haciendo ruido para indicar su odio. Un perro ladrando. Una crítica es alguien que intenta ayudarte, diciéndote algo sobre tí mismo que estabas muy cómodo no sabiendo.

Lo trágico es que ahora hay montones de gente que nunca tienen esas conversaciones. Las intervenciones, la honestidad brutal, la clase de conversación de “sabes que, todo el mundo está cabreado por lo que dijiste anoche, pero nadie quiere decir nada porque te tienen miedo”. Esas horribles y enormemente incómodas sesiones que sólo puedes tener con alguien que ve dónde tienes el centro.

El email y el sms son herramientas sublimes para evitar ese nivel de honestidad. Con texto, puedes responder cuando tengas ganas. Puedes medir tus palabras. Puedes escoger qué preguntas responder. La persona al otro lado no puede verte la cara, no puede ver cómo te pones nervioso, no puede detectar cuándo mientes. Tienes un control casi total y el resultado es que la otra persona nunca ve más allá de tu armadura, nunca te ve en tu peor momento, nunca sabe las pequeñas cosas embarazosas sobre tí que no puedes controlar. No hay ninguna de las pegas, humillaciones y vulnerabilidades sobre las que se construyen las verdaderas amistades.

Navega por las páginas de MySpace de la gente, mira los personajes que crean para sí mismos. Si tienes un montón de amigos en tu blog, donde te muestras como el incomprendido y misterioso Maestro de la Noche, es bastante difícil conectarte y hablar de cómo fuiste al baile de tu promoción y tuviste un ataque de diarrea en la pista de baile. Nunca llegas a sentirte tú mismo, y eso te hace sentirte solo.

Y, encima…

#6. Somos víctimas de la Máquina del Odio


Un montón de gente estará leyendo esto y diciendo “¡¡Por supuesto que estoy deprimido!! ¡¡La gente muere de hambre!! ¡¡America se ha convertido en la Alemania Nazi!! ¡¡Mis padres ven estúpidos programas de televisión y después hablan de ellos durante horas!! ¡¡La gente muere a diario en guerras sin sentido por todo el planeta!!”

Pero ¿cómo acabamos con una visión del mundo más negativa de la que tenían nuestros padres? ¿O nuestros abuelos? En aquel entonces, la gente no vivía tanto tiempo, y los bebés morían con mayor frecuencia. Las enfermedades eran más comunes. En esos días, si un colega se trasladaba la única forma de comunicarse era con papel, lápiz y un sello. Tenemos Iraq, pero nuestros padres tuvieron Vietnam (que mató a 50 veces más personas) y sus padres tuvieron la Segunda Guerra Mundial (que mató a 1000 veces más personas). Algunos de vuestros padres crecieron en un momento en que nadie tenía aire acondicionado. Todos sus padres crecieron sin ello.

Estamos físicamente mejor hoy en todos los aspectos que puedan medirse… pero desde luego no vas a saber eso si lees las noticias online. ¿Por qué?

Bueno, pregúntatelo a tí mismo. Si una página de música publica un artículo llamado “Fall Out Boy es una buena banda” y el mismo día publica otro llamado “Fall Out Boy es la puta banda más mierdosa de los últimos 100 años, dicen los expertos“, ¿cuál crees que tendrá más tráfico? La segunda gana por goleada. El odio fabrica boca-a-boca.

¿Los blogs de noticias que muchos leeis? La gente que los lleva lo sabe. Cada página está en una encarnizada pelea por el tráfico (incluso aunque no tengan publicidad, siguen midiendo su éxito por el tamaño de su audiencia) de modo que eligen cuidadosamente las historias más polémicas posibles. Los otros blogs empiezan a hacerse eco de la misma historia desde el mismo punto de vista. Si quieres, puedes navegar todo el día y nunca salir de las cálidas aguas del mar de Verdad Que Esos Cabrones Son Malvados.

Sólo en ese clima podrían esas estúpidas conspiraciones del 11S salir a la luz (diciendo que la administración Bush y el cuerpo de bomberos de Nueva York volaron las torres y los aviones eran hologramas). Cuando esta gente habla, toda fuerza política es Hitler, y toda jornada de elecciones es el puto Apocalipsis. Y todo porque eso te mantiene leyendo.

Este no era un gran problema antiguamente, claro. Algunos de nosotros recordamos tener sólo tres canales de televisión. Así es. Tres. Estamos hablando de los 80. Había algo unificador en el modo en que todos nos sentábamos a ver las mismas noticias, todas viniendo del mismo punto de vista. Incluso aunque el punto de vista fuera una gilipollez o estuviera equivocado, y aunque algunas historias fueran criminalmente silenciadas, al menos todos lo compartíamos.

Eso se acabó. A todos los efectos, ya no existe la “cultura de masas”, de modo que donde antes estábamos en desacuerdo porque veíamos las mismas noticias y las interpretábamos de forma distinta, ahora estamos en desacuerdo porque estamos viendo noticias totalmente diferentes. Al no poder ponernos de acuerdo ni siquiera en los hechos, las diferencias se hacen irreconciliables. Ese sentimiento constante de estar a malas con el resto del mundo trae consigo una tensión que crece y crece.

Los humanos solíamos tener montones de formas naturales de liberar esa clase de rabia. Pero estos días…

#7. Sentimos que no valemos para nada, porque no valemos para nada



Hay una ventaja de tener sobre todo amigos online, una de la que nadie habla nunca.

Piden menos de tí.

Si, les apoyas emocionalmente, les ayudas tras una ruptura, quizá hasta les convences de que no se suiciden. Pero conocer a alguien en persona añade una enorme lista de necesidades muy molestas. Ir a funerales con ellos. Llevarles en tu coche a todas partes todos los dias cuando el banco se queda con el suyo. Que se presenten sin avisar justo cuando estabas aposentando tu culo en el sofá para ver un maratón de Dity Jobs en Discovery Channel y después te digan lo hambrientos que están hasta que les das la mitad de tu bocata.

Tienes mucho más control en Messenger, o en un foro, o en World of Warcraft.

El problema es que estás ligado por la evolución a necesitar hacer cosas por la gente. Todo el mundo durante los últimos cinco mil años parecía darse cuenta, y de pronto lo hemos olvidado en un par de décadas. Tenemos adolescentes suicidas y luchamos por enseñarles autoestima. Bien, pues desgraciadamente, la autoestima y la habilidad para gustarse a uno mismo solo vienen cuando haces algo que te haga merecerlo. No puedes engañarte a tí mismo. Si creo que aquí el amigo Todd no vale para nada porque se sienta todo el día en su cuarto, bebiendo Pabst y jugando a videojuegos con una sola mano porque con la otra se está masturbando, ¿qué pensaré de mí mismo si hago exactamente lo mismo?

¿Quieres salir de ese oscuro pozo de odio hacia tí mismo? Peinate de una vez el flequillo para que deje de taparte los ojos, apártate del ordenador y vete a comprarle un bonito regalo a alguien que te repugne. Envíale una tarjeta a tu peor enemigo. Hazle la cena a tus padres. O haz algo sencillo, con resultados tangibles. Ve a limpiar las hojas del césped. Planta un puto arbusto.

No es ingeniería aeroespacial; eres un animal social y naces con unas pocas hormonas de felicidad que se liberan en tu torrente sanguíneo cuando ves un beneficio físico a tus acciones. Piensa en todos esos adolescentes en sus oscuras habitaciones, pegados al PC, convirtiendo cualquier mínimo problema de la vida en un ridículo melodrama. ¿Por qué se hacen cortes en los brazos? Porque hacer el dolor, y la consiguiente curación, tangibles, libera endorfinas que no consiguen de ninguna otra forma. Es dolor, pero al menos es real.

Esa forma de liberar stress via pequeños dolores solía ser parte de nuestra vida diaria, por nuestra rutina de cazar gacelas y recolectar moras y escalar rocas y pelear contra osos. Ya no. Por eso los trabajos de oficina nos hacen desgraciados; no conseguimos ningún resultado real y tangible de nuestro trabajo. Pero dedícate a la construcción al sol durante dos meses, y durante el resto de tu vida podrás conducir junto a cierta casa y decir, “la leche, yo construí eso“. Quizá por eso los tiroteos en masa son mas comunes en oficinas que en obras en construcción.

Es la clase de satisfacción física, de ensuciarte las uñas, que sólo puedes conseguir apagando el ordenador, saliendo a la calle y reconectando con el mundo real. Ese sentimiento, ese “yo construí eso” o “yo planté eso” o “yo le di de comer a ese tío” o “yo cosí estos pantalones”, no puede ser igualado por nada que internet tenga que ofrecer.

Salvo, ya sabeis, esta web.

3 comentarios:

  1. Muy buen ojo para echarle mano a este artículo.

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  2. Sublime, fantabuloso, tremendo. Si no te importa, esta va a ser mi nueva entrada de mi blog. No te preocupes, de paso te haré publicidad y diré que es de tu blog.

    No comento nada más porque me estoy muriendo de sueño. Hasta otra.

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  3. Pero recuerda decir que no es mío, es un texto de un escritor americano, circula bastante por la red.

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"La sorpresa es un factor importante en los regalos."