domingo, 31 de mayo de 2009

Ansia de aventura y demás demases.

Quiero un castillo y un palo de escoba rojo (la cabeza es opcional, aunque muy útil en algunos momentos). No, no quiero una lanza, la espada tampoco; no, tampoco quiero eso, si, ya se que vibra y es de metal, no, no es el tamaño... mira, que luego lo lavas y se estropea y los amigos no te vuelven a comprar uno y cuesta acostumbrares a lo de antes.

Me basta con el palo de escoba de toda la vida, el que tiene la pintura que se descolcha con solo mirarla. Me sobra con lo que ese palo llega a representar: un caballo desbocado, una lanza, un arco, una espada larga, una guadaña de dos puntas (donde la cabeza de la escoba encaja a la maravilla para crear la ilusión del peso) una bandera del quinto regimiento de caballería del comandante... ehm... hay que joderse que después de 6 años desde la ultima aventura todavía me atasque al asignar el nombre del señor que me asigna las armas y los objetivos. ¿Comandante Dust, puede?

Lo dicho, quiero mis armas, que son facilillas de conseguir, y quiero mi escenario, que ya es más dificilillo. Que también es verdad que me bastaba la casa a medio construir de mi abuelo, casa que después mi tío ocupo injustamente para hacerse una vivienda amparandose en no se que parte 47 de la constitución (lo que motivo mi interés por las leyes y el ferviente deseo que tengo de conocerlas para ser yo el que quite las cosas a traves de ellas y no los demas), pero eso no quiere decir que no le hubiese hecho ascos hasta a la más pequeña de las fortalezas.

Yo que se, alguna perdida de la mano de dios, por castilla o algo. Aunque sea un bastión pequeñito convertido en medio iglesia donde se da las gracias porque el despistado visitante todavía no se haya llevado la cruz de oro del altar de la poca vigilancia que hay en doscientos kilómetro a la redonda y donde los también ocasionales enamorados han empezado a grabar sus nombres en las paredes demostrando que también hay maneras empalagosas de entrar en el infierno.

Y ya esta, no queda nada más que decir, con eso sería feliz con todas mis necesidades satisfechas hasta su misma esencia. Si el abismo del bien y el mal estaba en la lista Schindler y más allá de ella se encontraba el abismo; más allá de mi fortaleza no se encontraría nada más que tedio, orcos, musulmanes, nazis zombis piratas o cualquier otra cosa que fuese digna de defender y exterminar con mi flamante, versátil y nunca bien ponderada escoba de los veinte duros.



(Perdonable algo tan ligero, insulso y simplón. Pero me lo pedía el cuerpo)

2 comentarios:

"La sorpresa es un factor importante en los regalos."