lunes, 4 de agosto de 2008

Bella Terra Natura.

Una y media de la tarde. Calor. Me encuentro en Terra Natura, gracias al deseo cabrón de un hermano menor con demasiadas bazas y un cumpleaños que no se celebro, observando como un cuidador alimenta a una Nutria. Absorto en los gráciles movimientos del animal, presto poca atención a los datos que el empleado del parque me ofrece. Poco me importa, bueno igual si en otro momento, los datos de su reproducción, de sus perfectas cualidades de saneador de ríos, o de lo tiquismiquis que se vuelve con la polución en el agua; teniendo ante mi sus gráciles movimientos.

No puedo evitar fantasear, añorar ser una nutria. Parece ser una vida tan fresca, tan viva, tan llena de vitalidad. Ojala el budismo sea realidad y yo en mi siguiente vida pueda ser Nutria. Y deslizarme entre los frescos ríos y cazar el delicioso pescado. Catar la libertad en el agua.

No obstante, la fantasía no dura mucho, y no soy yo quien la rompe, si no la propia nutria. Pues me muestra que no es una nutria de verdad ¿Y como podría serlo? Lejos de los verdaderos ríos, de los auténticos peces, atrapada en un zoo de una ciudad seca, sin ríos limpios. No es una autentica nutria y eso se observa en sus movimientos.

Y me rodeo de aprensión cuando veo a la nutria actuar de forma tan sumisa, suplicando su pescado al cuidador y, casi, haciendo carantoñas para recibirlo. Se me antoja mas un perro, y, joder, no debería parecer un perro. Debería estar cazando salvaje y libre, sin más mendigaje que sus afilados dientes sobre el vivo pescado incauto; no suplicando la comida a la vista de turistas tontos y con cámara de fotos.

Y se cual es la alternativa, la se perfectamente, la alternativa es la muerte, el fin, la extinción. Les quitamos sus ríos y nos las llevamos a nuestras ciudades, argumentando que ya no hay lugar para ellas en el exterior, argumentando que es para protegerlas. Buena protección es la que ofrece el hombre. La jaula o la extinción.

Y maldita sea, si fuese idealista empezaría a propagar esa gran injusticia. Que el animal salvaje es mejor que viva como es, salvaje, antes de tenerlo en una puta jaula (puta, mas que puta) Y que prefiero no ver nunca esa libertad, pero saber que es libre, a poder “admirar” ese animal Light, que en un tiempo pudo ser una nutria, pero que ya no lo es.

Pero el caso es que no soy idealista, me gustaría serlo. Se perfectamente como funciona nuestra raza y la conclusión lógica de nuestra expansión. Así que no diré nada, frunciré el ceño durante un día, pondré morros quizás, y puedo que derrame alguna lagrima si lo pienso demasiado. Por lo demás, seguiré con mi vida, pues hay que disfrutarla, ya que impone un precio muy alto al planeta que tiene que sostenerla.

Cuando pase por la jaula de los lobos, di gracias por que estuvieran escondidos.

4 comentarios:

  1. Es una pena que tengamos que ver situaciones como esa para recordar cuán despreciables llegan a ser las personas. Pero como bien dices, no es algo que se pueda cambiar tan fácilmente. Todos queremos una casa mejor, un coche mejor, un ordenador nuevo... y esto se traduce en un gasto de recursos impresionante que no es para nada necesario. Sin embargo, no nos paramos a pensarlo, ¿verdad? Al fin y al cabo todos somos egoistas y nadie quiere sacrificar un poco de lo suyo para que otros pueblos o la naturaleza puedan salir adelante.

    Yo tampoco soy una gran idealista.

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  2. ser idealista no solo consiste en pasarte la vida gritando que el mundo se va a la mierda, sino evitar qiue llegue al vertedero.
    yo estudio para eso

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"La sorpresa es un factor importante en los regalos."