jueves, 5 de febrero de 2009

Discográficas a la deriva.

Después de buscar un soporte para comprar música por la red, y tener que bajarme el Ares para bajármela gratis porque es imposible de encontrar, me apetece hablar del panorama musical.

Empecemos con un concepto clave; a las discográficas les queda el canto de un duro para entrar en un descenso imparable hacia su destrucción, y es posible que el futuro de la música (que para ellas no va a ver rescate) se vaya con ellas. Sus márgenes de beneficios se están reduciendo año tras años y su popularidad no sigue un camino distinto. Aunque el verdadero problema es el previsible ostión que se meterán cuando la generación P2P tome el control, con la creación de programas para la fácil descarga de música de calidad gratuita (un Spotify de descargas). Futuro próximo amigos.

Y aunque la música es algo que nos beneficia a todos, esta vez no nos pueden echar la culpa (por mucho que lo intenten esos señores del puro) a nosotros, los consumidores, por la caída del mercado. Más bien tendremos que darle las gracias a ese genial concepto de capitalismo feroz, donde los grandes de las discográficas han preferido forrarse en su tiempo antes de evolucionar, con coste para sus bolsillos, para adaptarse al mercado. Pan para hoy y hambre para mañana, que ya será presidente otro.

Y es que las discográficas vivieron su época de oro con los cds. Cuando convencieron a la masa de que eran mejores que los vinilos (seguramente cierto) y que eran muchísimo más caros de hacer (ni del palo…) Ganando millones y millones con grupos absurdos y miles de canciones de paja en un formato jodidamente caro; amigos, los consumidores no tenían otra que comprar o comprar.

La cosa se torció con la llegada del mp3, Internet, y las redes de intercambio libre (¡completamente legales! Por mucho que dijeran lo contrario). El cd se mostró arcaico y los precios aparecieron excesivos, pues ahora se podía tener gratis y el respeto a las discográficas no estaba muy extendido que digamos; no es que se lo merecieran mucho.

¿Intentaron adaptarse? ¿Ofrecieron contenidos baratos, en formato mp3 y por Internet? Definitivamente no. Prefirieron agotarse en pleitos absurdos intentando cerrar temporalmente los sitios de descarga y presionar para implantar cánones que no iban a sacarlos de la ruina. El resultado ha sido la creación de una magnifica excusa para descargar sin ningún tipo de recargo moral. Se extendió la cultura de la descarga libre, cultura que como sigan así no podrá pararse aunque se empiece a ofrecer la música a su verdadero precio, pues se está perdiendo el respeto y la valoración al artista.

Y de esto: o surge un nuevo concepto de música en los escenarios, con formatos en la red descargables a precios módicos (que descargue quien valore al artista) representado ya por empresas como Itune de Apple. O la industria se va a la mierda, dejamos de pensar en nuevas promesas y nos lanzamos a los clásicos de los ochenta para abajo.


Epic Fail:

O comerse un post en sencillos y amenos pasos.

Resulta que el Spotify ha sido lanzado por las propias discográficas. Con el lema "escucha pero no descarga" han creado un programa gratuito, sencillo, que te permite acceder con buena calidad a todas las discografías de todos los grupos conocidos y por conocer; y a su vez proporcionar un "Zas en toda la boca" a bloggeros listillos como yo.

No obstante, las limitaciones que están empezando a poner en su uso las discográficas nacionales y que no se pueda pagar por descargarte música hacen que este post tenga todavía un poco de sentido.

Pero el Zas en toda la boca no me lo quita nadie.

2 comentarios:

  1. Si fuera una hija de puta te recordaría que hace no mucho estabas en contra de las redes p2p (pene to pene). Pero te quiero.

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  2. un par de matizaciones o ampliaciones a lo que has dicho:
    no hizo falta la llegada del mp3 o internet para que empezara a crecer la mal llamada piratería musical.
    De toda la vida hemos podico grabar canciones en una cinta de cassette, primero de la radio y luego del tocadiscos. Nadie pensaba estar haciendo nada malo, ni creo que lo estuviera haciendo.
    Poco después de la popularización del PC llegaron sus gadgets y uno de los más aclamados fue la regrabadora de CD. Todos compartimos, en lo que pudimos, nuestra menguada discografía en CD con nuestros amigos para así poder acceder a su música y, de paso, amortizar la dichosa grabadora, que costaba lo suyo. Haciendo cuentas y al precio que estaban los CD, con unas pocas de copias se amortizaba la compra.
    Luego llegó internet,napster,la mula, el bittorrent y ,ahora, las descargas directas. Pero para el que tiene conexiones lentas (que somos aún muchos), lo más apañado sigue siendo buscarse un amigo al que grabarle sus discos.
    Estoy completamente de acuerdo en que las discográficas se han labrado su propia tumba y no comprendo como a estos hay que indemnizar por medio de un canon y a mi, que me tocó pasarme del vinilo al CD,olvidarme del tocadiscos y comprarme un reproductor de CD nadie me ha dado,aún,ni creo que lo haga, ninguna disculpa...

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"La sorpresa es un factor importante en los regalos."