lunes, 2 de junio de 2008

Domingos.

Ser feliz entre semana no es lo mismo que ser feliz en domingo. Los domingos siempre, ahora quizás más, se me antojan especiales. Y es que en ellos flota una sensación lírica. Como si la felicidad brotase de ti y pasase al mundo real. Pues cuando es domingo, la felicidad se siente de veras.

Se impregna en el aire. Se queda, como sutil aroma, en la piel de las personas, en su ropa, entre las sabanas de donde duermen, en todo. Hueles esa felicidad tan solo acercándote un poco al lugar donde se origino. Y con un poco de suerte, estando a lunes, todavía puedes disfrutar el aroma de las personas que fueron especialmente felices el día anterior. Pues el olor a felicidad no les abandona fácilmente. Dichosos ellos.

Pero la felicidad también se siente. Se siente en cada caricia, en cada beso, en cada juguetear de los dedos en el pelo del amante, en el abrazo de las sabanas. La felicidad del domingo permanece en la punta de cada uno de los dedos, esperando ansiosa, a ser trasmitida, tras un mimo, a otra persona. Y esa caricia, esa marca de felicidad que bien podría ser de pintura fresca tal y como la sientes, se queda contigo hasta por lo menos el martes. Dichosa es la persona que juega con la marca que le dejo la persona a la que amaba, cuando con sus dedos, jugaba entre su piel.

Resumo, durante el domingo la felicidad se expande a través de tus sentidos. Si bien yo lo siento en el aire y en el tacto. Seguro que más de uno podrá afirmar sentirla en el sabor o en la mirada.

Y ya que hemos llegado a que el domingo es un bueno momento para ser feliz. He pensando que ninguno de nosotros debería desaprovecharlo. Así que ya sabéis, nada de locos planes con alcohol, o de sexo demasiado intenso (suave, el domingo es para hacerlo suave. Muy suave). Ni siquiera puedes agobiarte por un examen importante o un trabajo extenso y sin hacer. Te esperas a que sea lunes y tiras de café.

Los domingos están para disfrutar tranquilamente; para arañar los segundos al tiempo y hacer que todo se desarrolle con calma. Para ver una película, quizás dos, y hacerlo tapado con una manta. Para leer un libro. Para escribir iluminado por la luz del flexo (toda luz artificial, salvo esa esta, está prohibida) Y si te apetece moverte, son un buen día para pasear, disfrutando de la brisa, por las cercanías de tu barrio para terminar en un restaurante sencillo.

Puedes hacer mil cosas más. Pues la única regla es que no se contradiga el espíritu del día mas tranquilo de la semana.

1 comentario:

  1. Lo siento, pero debo contradecirte. Ahora, en época de exámenes, no importa qué día sea, las bibliotecas abren de lunes a domingo, y al montón de apuntes se la suda, y mucho, que día marque el calendario.
    Hasta finales de Junio no podre disfrutar de esa tranquilidad de los Domingos, que, además, cuando van pasando las horas y ya es Domingo por la tarde, se transforma en un aburrimiento aplastante.
    Tanto, que hasta te entran ganas de que llegue un estresante Lunes.

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"La sorpresa es un factor importante en los regalos."