jueves, 22 de abril de 2010

23 de Abril.

Ocurren atrocidades en este mundo que crean grandes esperanzas. Se me ocurre el llanto de una mujer después de la Segunda Guerra Mundial, señalando con odio a las Naciones Unidas y diciendo “ahora si, hijos de puta, ahora si que lo tenéis que hacer bien”. O un comisario político de cualquier ideología, de la comunista URSS hasta la fascista Italia, dejando caer su fusil, sabiendo su alma condenada por sus actos, mientras alza el brazo y piensa “ahora mostrarme aquel futuro digno, que leí aquella vez en vuestros libros”.

A veces sale bien, a veces sale mal. Pero es un hecho, cada vez que algo horrible pasa en el mundo alguien espera algo de ello.

Y con eso dicho, os cuento que toda la red anda revolucionado con el caso de Clay y Harold, unos ancianos de llevaban 20 años queriéndose en un Estado de EE.UU, California, donde al parecer quererse está mal visto. Da igual cuantas previsiones tomaron para dejarse como albaceas legales, cuando uno de ellos cayó enfermo la administración ignoró cualquier detalle y los separó en dos asilos distintos. Clay no volvió a verle hasta tres meses después, cuando me supongo que le dejarían ir a despedir al amor de su vida al funeral. Pues aquel Estado de la libertad y de la tierra de las oportunidades decidió que no se amaban, no, que solo eran compañeros de un piso de alquiler.

Y ahora soy yo quien tiene esperanza. Y no se describir el desprecio que siento por ese Estado que les condenó, aquél asilo que los separó, y aquella compañía que vendió sus propiedades sin hacer distinción alguna, como si con la vida de alguien se pudiera mercadear de manera tan sencilla (un puto álbum es lo único que ha conseguido llevarse Clay después de 20 años de relación).

El juicio será el 16 de julio y yo... tengo esperanzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"La sorpresa es un factor importante en los regalos."